Intimidad improvisada
¡Hola!
Hubo unos años en que, a primera hora, hacía trasbordo en una de estas paradas que, entre un medio de transporte y otro, se ponían varios repartidores, cada uno con el carrito de periódicos hasta arriba y su sombrilla, para el sol o para la lluvia. Según la época, había entre uno y tres repartidores. Los días más afortunados te daban unas galletas o chicles, se formaban unas colas que te preocupaba perder el enlace. Otros, llegabas demasiado tarde y quedaba el carrito, con apenas dos periódicos encima y ni rastro del repartidor. Eran una cara más entre las habituales de la mañana y, casi siempre, con una sonrisa.
Mi parte preferida de aquellos periódicos era la subjetiva: las cartas al director, las columnas de opinión, los reportajes más libres... Y este libro tiene ese espíritu.
Llegué a él porque una amiga se lo compró, para leer un poco antes de acostarse. La edición era peculiar, con sus hojas de rayas y sus dibujos. Y, al estar dividido en pequeños fragmentos, parecía encajar con lo que buscaba. Yo me lo leí por ella. Y hoy vengo a daros mi opinión sobre él, sobre Intimidad improvisada, de Máximo Huerta; publicado por Espasa.
Es una recopilación de columnas de opinión de Màxim Huerta, organizadas por temática común, lo cual es un acierto y un fallo. Porque hay detalles que parecen repetirse y, claro, igual había meses o años de distancia entre ellos al publicarse en el periódico (o incluso en distintos periódicos), pero los estás leyendo seguidos, y eso le quita cierto encanto. Pero, a la vez, ves evolución y puedes relacionar otros datos, sentimientos, y eso es precioso.
No es un libro que guardar para la eternidad, pero son pequeños fragmentos para evadirte por un rato, sumergirte en esa burbuja de intimidad que crea. Para andar en los pies de otro y preguntarte las cosas desde otra perspectiva. Como un monólogo de un amigo con el que distraerte cuando tienes mucho en mente.
¿Cuál es tu parte preferida de un periódico?
Sinopsis
A lo largo de los últimos años Máximo Huerta ha ido escribiendo casi a diario artículos, greguerías, fogonazos que abordan desde su particular óptica nuestro mundo, lo más palpable de nuestros días. Y lo hace aplicando sus dotes de observador para hablar acerca de nuestras costumbres y manías, nuestros sueños y frustraciones, también de nuestras formas de soportar (o rechazar) las esclavitudes de la vida moderna: el móvil, el gimnasio, las redes, la TV, el control de calorías, los tatuajes…, acercándonos su parecer sobre los grandes temas y los pequeños, que a todos nos (pre)ocupan, nos divierten y nos fastidian.



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