El reflejo de Arabelle
¡Hola!
Lo primero que leí de Belén Adsuara publicado fue Casa para dos. Antes había leído alguna cosa suelta, pero nada que dijera: esta es la versión final. De la historia de Nora y Martina me enamoraron sus dibujos, la forma tan particular que tiene de usar las metáforas y las figuras en el aire para reflejar cosas, la atmósfera que envuelve a sus protagonistas y la sensación de acogida que te da con sus palabras. En Navidad fue un regalo extra que sacara la segunda parte. Y, cuando me enteré de que publicaba con Roomie, no me lo pensé dos veces para apuntarme a la preventa.
Y ahora estoy aquí. He leído El reflejo de Arabelle, he leído la historia corta de Trevor y Caleb y me pregunto qué voy a hacer con mi vida.
Pero hagamos un inciso, que tengo que mencionar dos cosas.
La primera: suelo de ser de esas personas que leen rápido, aprovechando cada instante y terminando un libro en pocos días. Pero este libro no me ha dejado. Cada vez que llevaba más de cincuenta páginas leídas, me decía que me fuera a tomar el aire, que me estaba saturando de sentimientos y eso no podía ser bueno. Que tantas imágenes juntas se me iban a hacer un lío en la cabeza. Que ya podría seguir en otro momento, que no me preocupara.
La segunda es que no suelo llorar con los libros. Tienen que estar escritos de una forma muy suya y tengo que estar yo especialmente tocada de antemano. Pero Belén lo ha conseguido. Le ha costado unas doscientas ochenta páginas, pero me ha sacado unas lagrimitas. Y puede que alguna extra después.
¿Quiero decir con esto que es un libro triste? No.
Pero los cinco protagonistas están un poco rotos, cada uno a su manera y con sus cosas. Y, quién sabe, quizá precisamente por eso acaban juntos. Y les ves enfrentándose a su día a día. Sacando una sonrisa para el de al lado porque para uno mismo no le quedan. Que se apoyan en sus días buenos y usan el apoyo en los malos. Porque tu estado emocional puede ser una montaña rusa, pero si encima tienes amigos que se aseguran de que las tiritas se te han ido porque empiezas a curar y no porque la herida se ha abierto de nuevo, pues eso no tiene precio.
Es una novela de personajes. De imágenes duras (en el sentido de que te llegan y reflejan emociones y sentimientos complicados; nadie te describe un campo de batalla físico) y metáforas preciosas. De sentirse la pieza del puzzle que no encaja. De saber que hay cosas que forman parte de ti y no puedes cambiar pero son parte de lo que te hace tú misme y hay que aprender a aceptarlas y quererte como eres. De errores. De aprendizaje. De sentimientos. De miedos. De confianza. De extender la mano porque sabes que hay alguien ahí que lleva ya un buen rato esperando que te decidieras a coger la suya y no conseguía encontrarte.
La edición en físico es una pasada (como todas las que he podido ver de Roomie, siendo sincera) y aunque al principio me hice un poco de lío con quién era quién y cómo se relacionaban entre sí, no tardé mucho en ir uniendo piezas. Las ilustraciones del interior y al principio de cada capítulo le dan un aire único. Y el conjunto ayuda a envolverte en esa bola de cristal que te permite ver esa pequeña casita y acompañar a las hermanas Frei y a Goethe y a Trevor y a Caleb...
Me ha gustado mucho la delicadeza con la que trata algunos asuntos difíciles (racismo, lgtfobia, acoso escolar, pérdida, culpa, duelo, perdón...) y la forma que tiene la autora (así en general, porque es algo que me pasa siempre que la leo y que aquí se mantiene) de dejarte esa sensación de que te ha estado ayudando a crear una manta y te ha dejado el corazón calentito aprovechando que no te dabas cuenta.
¿Has leído algo de Belén Adsuara Alonso? ¿Sueles pasarte por lektu?
Sinopsis
Isabelle y Enid eran muy pequeñas cuando su madre fue asesinada. La primera lo lleva como puede, camuflando el dolor con calcetines de dibujos animados y los abrazos de Goethe, los mejores del mundo.
Enid, por su parte, confía en que la fantasma Dahlia consiga contactar con Arabelle para al menos despedirse de ella, pero puede que no resulte tan sencillo como pareció en un primer momento.
Ambas cuentan con el apoyo de la otra y de sus amigos. Juntos forman un puzle de piezas incompatibles que, sin embargo, encajan; juntos crecen y construyen los peldaños necesarios para superar los días malos.



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