La bailarina de Auschwitz
¡Hola!
La bailarina de Auschwitz (aunque casi me gusta más su título original, The Choice), escrita por Edith Eger y publicada por Planeta, es una novela, sin ninguna duda, diferente a lo que suelo leer (aunque sí he leído algo de Victor Frankl, que puede darse un aire). La empecé animada porque cumplía criterios para una de las premisas del #Bibliathon2021 y hoy os traigo su reseña.
Es un viaje por su memoria. Por su vida antes de Hitler, por el año que pasó en Auschwitz y por todas las consecuencias que aquello tuvo para ella y para su familia. Por cómo se fue recuperando y cada paso que dio hacia delante y hacia atrás; por las personas que conoció y los giros que hicieron cambiar su vida. Es en parte un análisis y en parte un recuerdo. Y todo lleno de un amor y comprensión tan grandes que te ponen los pelos de punta y necesitas pañuelos para el corazón.
La conclusión que más me ha llegado ha sido que las partes de nosotros que intentamos suprimir (pensamientos, recuerdos, sentimientos, experiencias) son ladrillos que van creándonos una prisión. Y, a veces, necesitamos algo que nos anime a derribar los muros que creemos que nos protegen pero, en realidad, sólo nos aíslan y aumentan nuestro miedo. A veces, necesitamos recordar que los ladrillos son para allanar el camino, no para construir paredes.
Es un texto lleno de mensajes que a ratos damos por sabidos pero siempre viene bien recordar.
No es un libro que te lo haga pasar mal (que era de mis grandes temores), pero sí te llega a la sensibilidad y te hace dar vueltas dentro de ti misma y desear conocerte.
¿Conoces algún otro libro de este estilo?
Sinopsis
Eger tenía dieciséis años cuando los nazis invadieron su pueblo de Hungría y se la llevaron con el resto de su familia a Auschwitz. Al pisar el campo, sus padres fueron enviados a la cámara de gas y ella permaneció junto a su hermana, pendiente de una muerte segura. Pero bailar El Danubio azul para Mengele salvó su vida, y a partir de entonces empezó una nueva lucha por la supervivencia. Primero en los campos de exterminio, luego en la Checoslovaquia tomada por los comunistas y, finalmente, en Estados Unidos, donde acabaría convirtiéndose en discípula de Viktor Frankl. Fue en ese momento, tras décadas ocultando su pasado, cuando se dio cuenta de la necesidad de curar sus heridas, de hablar del horror que había vivido y de perdonar como camino a la sanación.
Su mensaje es claro: tenemos la capacidad de escapar de las prisiones que construimos en nuestras mentes y podemos elegir ser libres, sean cuales sean las circunstancias de nuestra vida.


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