Al atardecer en Samhaín

by - 07 noviembre

Portada de Al atardecer en Samhain, publicado por Roomie. Bajo el título (negro sencillo para las tres primeras palabras, Samhaín en naranja como si fuera de cera y se estuviera derritiendo), la lista de los autores: Alejandro D. Martínez y Estefanía Carmona · Amnesia Lofish · Carolina Casado · Esther López Vera · Julia A. Gaspar · María Acebes y Sandra Sanz · Montse Martín · Sheila Carnero. La mitad inferior la ocupan ocho calabazas en tres filas. De izq a dcha y arriba a bajo, tienen tallados un chip, una iglesia, un revólver, un ramo, un tenedor pinchado a un corazón, un pájaro, una carta y un bebé. Reposan sobre un campo. Al fondo, se ve verde y a ambos lados, la cerca. El cielo se mueve entre el amarillo y el blanco y, en lo alto, se aprecian las hoas de la parte inferior de la copa de un par de árboles. Como fondo a la portada, calabazas apiladas sin orden ni concierto. A modo de sello, en la parte inferior derecha, el contorno de un panda rojo.


¡Hola!

Descubrí esta antología por twitter y porque una de mis amigas participa en ella (y su relato es de mis favs, pero shh). Pensaba comprármela en digital, que ya estábamos a fin de mes, pero regalaban un pin tan cuco con la preventa del físico que no pude evitar caer en la tentación. Y aunque lo leí en digital porque soy una ansias y los de Roomie son tan majos que nos dieron el ebook a todos los que lo compramos en físico durante la preventa, participé en una lectura conjunta organizada por Lucía (de en un bosque literario) cuando ya nos llegó a todas el libro y he de reconocer que la impresión y la edición son una maravilla. Desde el tacto de las hojas a los detalles de las distintas imágenes. ¡Hasta el olor! Así que no me arrepiento de nada.

Hoy vengo a hablaros de Al atardecer en Samhaín, una antología publicada por Roomie ediciones que cuenta con ocho relatos y lo único que tienen en común es que está presente la noche de Samhaín en todos ellos. De hecho, cada uno es de una temática completamente diferente y le da un toque de frescura maravilloso. Y el resumen... mira que tengo especial manía a los resúmenes, pero esta sinopsis me parece una auténtica obra de arte.

Mini reseña de cada relato:

· Con el son de las campanas, de Alejandro D. Martínez y Estefanía Carmona: tengo que reconocer que estaba tan sumergida en los diálogos entre los dos protas que me llevó un par de menciones percatarme de que estaban haciendo el Camino. Y entonces estaba tan perdida en el buen rollo que tramitían y se metieron en ese pueblo tan chungo que empecé a temerme de dónde vendría la parte de terror (en mi mente, no sé por qué, el relato era de terror) y ese gato gris se llevaba muchas papeletas. Me quedo con la sensación de ligereza (me han sacado más de una carcajada) y el ambiente de los pueblos perdidos en mitad del Camino de Santiago. Y muchas teorías sobre el final que, de hecho, estuvimos debatiendo en la lectura conjunta. Porque, si te pones, puede significar muchas cosas y algunas dan muy mal rollo.

· Los huesos de los pájaros, de Amnesia Lofish: me maravillan sus metáforas, sus descripciones y todas las caras de una misma pérdida. La forma que tiene de seleccionar las palabras adecuadas para sumergirte en la atmósfera que crea, la manera de expresar las cosas de una forma indirecta que hace que te sea más fácil entenderles. Va del duelo, de las distintas formas de seguir, ya sea hacia delante o intentando aferrarse a los restos. De intentar seguir la estela de unos zapatos que te quedan demasiado grandes; del momento apropiado y de las personas que nos dejan, estemos preparados o no, estemos avisados o no. Y es una maravilla. Es precioso. Es un relato que me ha hecho llorar y sonreír a la vez. He querido adoptar a cada uno de sus pájaros y ha sido duro ver cómo cada uno abandonaba el nido a su tiempo y tener que confiar en que acabarían (o no) volviendo.

· Hambre, de Carolina Casado: me ha dejado una sensación de mal rollo muy muy intensa. Nivel fue lo primero que comentamos en la lectura conjunta, no es paranoia mía. Hay una sensación machacona durante todo el relato que hace que todo tenga un sentido más macabro, si cabe. Llega un momento en que da la sensación de que todas las conversaciones que rodean a la protagonista van sobre comida o sobre calorías. Y esa voz insisitente en la cabeza que no le da descanso (si a alguien le preocupa: no, no tiene que ver con la anorexia, tranquilx). Y Sergio con 200% de miedo y 0% de soluciones, ya le vale. Y Violeta preocupada e intentado ayudar. Y... puff. Menudo final. Yo me pregunto, ¿lo del fantasma era realmente necesario?, porque *escalofríos*

· A las sombras de Zerura, de Esther López Vera: me lo he pasado muy muy bien leyendo este relato. Se intuía más o menos por dónde irían los tiros, aunque no los detalles. Y eso no ha evitado que, al acabarlo, me entraran unas ganas increíbles de volver al principio para leerlo de nuevo. O para que fuera sólo el principio de una pequeña saga de aventuras por la galaxia. La ambientación no es la que me esperaba para nada y me ha gustado mucho. Que todos los lugares que menciona se llamen Cielo en distintos idiomas es de lo más humano optimista que he leído en mucho tiempo (en plan: este nuevo planeta es la nueva utopía, llamémosle cielo).

· Nomeolvides, de Julia A. Gaspar: antes de ponerme con el relato, he de reconocer que la flor de arriba de la calabaza la veía como una oveja o un mini yoda, y me ha desconcertado mucho hasta ver la descripción, que todo ha cobrado sentido 😅 El relato en sí me ha parecido súper bonito. Me ha despistado un pelín la época, porque he tardado un poquito en situarme, pero los dos protagonistas me han encandilado. Y la forma en que sus historias se entrelazan es preciosa. ¡Quiero saber más de ellos! (Nivel he hablado con la autora porque necesitaba más. Para que os hagáis una idea).

· Aquí yacen sus corazones, de María Acebes y Sandra Sanz: me parece un ambiente muy bien planteado y que para ser una historia en tres planos, se distinguen muy bien y es fluida. Para mi gusto, esas cartas han escalado demasiado rápido y, quizá por eso o porque hay un par de detalles que intuía y que la narradora no cayera (que es lo normal) me descolocaba, es el relato con el que menos he contactado. Me recuerda a una rueda de molino de agua, dando vueltas y enlazando cada eslabón en su momento para avanzar. Por contra, es uno de los que más disfruté comentando teorías en la lectura conjunta, y un par de pistas que dejaron caer las autoras terminaron de redondearlo.

· El asesino fantasma, de Montse Martín: este relato, tengo que admitirlo, me ha dejado más preguntas que respuestas. Así que estoy confusa (y no muy contenta con la solución final). Sin embargo, es un relato que me parece original desde el momento en que comienza. *AVISO DE SPOILER* vale que se le insinuaba, pero ¿por qué mató a su madre? Y sabiendo que la niña estaba en la casa, ¿por qué no fue a por ella también? Y, ya en el presente, ¿por qué hacer daño a Morrison? Es poli, no hay forma en que eso vaya a salir bien. El giro final me ha recordado mucho al club de la lucha y, a la vez, no me convence del todo? En parte porque es un trastorno que hoy en día se pone en duda siquiera, en parte porque durante años siendo su compañero, digo yo que alguien habría comentado que firmaba con dos nombres la misma persona... *FIN SPOILERS*

· Las brujas buenas no existen, de Sheila Carnero: me ha gustado mucho mucho mucho. Las descripciones que tiene son preciosas y la forma en que pasa de una escena a otra crea unas imágenes mentales espectacularmente vívidas. El personaje principal, su forma de pensar, sus motivaciones, sus reflexiones. Cómo decide tener fe en sí misma en lugar de dejarse hundir por otros. Y el personaje que aparece a la mitad en el cementerio me ha encantado. Cómo influye en el resto y el regalo que les hace.


Sinopsis

En Ciudad Gris, todo está oscuro. No hay colores, sonidos ni olores; de aquello solo queda el hambre, que acecha a los habitantes como si de un asesino fantasma se tratase.

Lliliana, ajena al peligro, deambula por el cementerio en busca del culpable, pero en su lugar se encuentra a dos jóvenes que se escriben cartas y se regalan flores.

Lo que el grupo ignora es que, al son de las campanas, el cielo se tiñe con el humo de la guerra y la revolución comienza. ¿Querrán pararla... o reavivarla?

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